Por: Juan José Torre
Estas elecciones han demostrado la inoperancia de la derecha peruana. De un tiempo a esta parte no logran constituirse en una alternativa más o menos seria. Se han dado de trompicones de una manera tan ingenua, que hasta podría pensarse que lo hacían adrede. Además debemos dar cuenta del eficiente poder de manipulación del APRA. Si de algo puede sentirse satisfecho el partido de gobierno es de ver a sus aliados fujimoristas definiendo la elección presidencial. Por lo que no sería tan descabellado pensar en una fragmentación política de la derecha planificada desde el poder.
La campaña de PPK no pudo ser más efectiva: con una población joven que ha crecido bajo la cultura del “ampay” y el escándalo de vedettes y futbolistas, no es difícil entender que se haya visto seducida por una campaña casi farandulera. El único objetivo de dicha candidatura fue bloquear a Toledo, pues está claro que Kuczinsky no tenía posibilidades reales de pasar a segunda vuelta y mucho menos de ganarle a Humala. Lima fue el único departamento en que logró imponerse, demostrando que esta región sigue siendo el bastión -como hace casi 200 años- del conservadurismo.
En el actual escenario, la derecha –al menos teóricamente– se debate entre opciones éticas diferentes. Por un lado, puede asumir plenamente la defensa de los Derechos Humanos, los valores y la institucionalidad democráticos, como tantas veces afirma hacer; por otro, apostar por un proyecto del que se conoce sobradamente su vocación totalitaria. Es seguro que el sector más duro de la derecha contemplará sin problemas esta segunda opción bajo el conocido argumento de la defensa del modelo económico. Un modelo económico que ha demostrado su incapacidad para satisfacer, mínimamente, las necesidades de la población. Un modelo económico cuyo soporte en la exportación de materias primas tiene serias limitaciones para crear un desarrollo sostenido en el tiempo. ¿Acaso alguien ignora que esta bonanza macroeconómica se debe a una coyuntura de crecimiento global y no a la formación de un estrato productivo nacional?
Finalmente, estas elecciones han desnudado el talante discriminador y autoritario de un sector de la llamada opinión pública, que ha calificado (sobre todo en las redes sociales) de “ignorante” y “resentido” el voto al candidato de Gana Perú. Ello demuestra no sólo la fragmentación social y cultural del país, sino el desconocimiento de la realidad de millones de peruanos. Los mismos que han decidido expresar su rechazo al modelo y su adhesión a una alternativa política y económica distinta. ¿O es acaso civilizado postergar las expectativas de una mejora del nivel de vida en pos de algunos pocos afortunados? Tal vez para un amplio sector de la derecha, Desarrollo sea sinónimo de Desigualdad. O la condición para alcanzarlo.
3 comentarios:
Interesante artículo. Cada cinco años vemos como sale a flor de piel el carácter racista y discriminador de la sociedad peruana, especialmente limeña. Es interesante observar en torno a ello la generación de una serie de mitos, tales como "si sale Humala me voy del país" o "Humala hará una alianza con Evo Morales", en este caso satanizando a ese otro andino, cercano físicamente pero lejano social y culturalmente.
Juanjo, desde tu punto de vista ¿qué crees que ha logrado la derecha desde el fujimorismo hasta la actualidad en la sociedad peruana? ¿solo desigualdad y fragmentación o algo más?
Jorge
Jorge como te comentaba, considero que el mayor mérito de la derecha es haberse impuesto en el plano del discurso. Si bien Lima ha mantenido su carácter conservador (el mismo de hace 200 años)llama la atención que la defensa del modelo económico sea asumido por una clase media empobrecida desde hace décadas. Y como tú lo manifestabas, asumida también por la nueva clase media, la de los neocholos (Gabriela dixit je) que ha asumido con docilidad todo el rollo.
Publicar un comentario