lunes, 25 de abril de 2011

La Proxémica: ganando y respetando nuestros espacios

El siguiente artículo es una reflexión en torno a la próxemica (distancia corporal) y su vinculación con las relaciones laborales en contextos culturales donde los códigos de comunicación no permiten aún establecer canales de diálogo adecuados entre los diferentes compañeros de trabajo.


Por: Elsa Sánchez
Hace algunas semanas me sucedió algo muy particular,  tuve algunos mensajes corporales muy evidentes que solo los consideré y tomé en cuenta cuando se armó un intercambio de palabras entre algunos compañeros de trabajo. Esta situación me llevó a reflexionar sobre lo que significa observar y visualizar a partir de nuestro cuerpo: los diferentes mensajes que se despliegan con la proxémica, distancia y proximidad de los cuerpos. 
Sucede que, a quienes estamos habituados a trabajar en espacios grandes y abiertos, probablemente nos sentimos agobiados o sofocados cuando ingresamos a sistemas de trabajo  donde los espacios demandan un compartir limitado, pudiéndose dar algunas incomodidades inicialmente. Pero como seres que nos adecuamos  a  diversas situaciones, probablemente éstas se dispersen rápidamente en nuestros esquemas mentales. Por el contrario, para los otros, estos espacios “ya ganados” esconden sutilmente miedos o temores. Algunas de estas personas suelen colocar objetos (hitos), nombres en los enseres, aromas o fragancias que personalicen “dicho espacio”, delimitando así sus “fronteras”. Si alguien cruzara estas delimitaciones, entonces se iniciaría un “conflicto”.
Hasta qué punto esto nos acerca a otras especies, los animales, en especial, los mamíferos: perros, gatos, conejos, etc.; los mismos que suelen orinar en su zona territorial para no ser invadidos por la hembra u otros de su especie, haciendo de estos olores, la representación de que ese es su lugar, seguro y propio.
Los niños también manifiestan este comportamiento, si no observen cuando llega un nuevo integrante (hermanito) a la familia, el niño se siente “amenazado” por quien tomará en adelante parte del cariño y atención que hasta unos meses, era solo suyo. Imagínense pues como esta proximidad puede generar conflictos internos y externos, más aun en nuestras relaciones interpersonales.
Por ello, se dice que hay algunos límites que deben ser tomados en cuenta para ganar espacios y aprender a respetarlos también veamos algunos:
a)         Distancia pública ó social: Ideal para dirigirse a grande grupos, siendo unos 3  a 4 ms.
b)         Distancia personal: La establecemos en grupos mas pequeños, sean reuniones, mesas de trabajo o ambiente de trabajo, este puede ser entre 0.5 a 1.20 ms.
c)          Distancia intima: La que se brindamos solo a quienes establecemos un nivel de confianza y cercanía preferencial, ésta oscila entre 50 a 25 cms. Es la más reservada y cuidada.

Las investigaciones de Hall[1], refieren que las distancias y proximidades corporales están sostenidas por la cultura. Por ello, no es de extrañarse que seamos reconocidos en países Europeos y de occidente como muy “cercanos, cálidos y afectuosos”. Hay que señalar también que en nuestro país se presentan algunas particularidades; por ejemplo, en la sierra es frecuente que las personas sean más reservadas, cautelosas, y ello les procure un tiempo adicional para conocerte y brindarte acogida gestual y más aun corporal. En la selva, en las zonas mas urbanas, las personas suelen ser mas cercanas, no requieren de mucho tiempo para acercarse a ti, se muestran más receptivos en su lenguaje oral y corporal, tal es así que algunos lo consideran muy “invasivo”, pero ojo, es parte de su cultura.
Vicente Caballo[2], sostiene que, dentro de la proximidad están unidos los mensajes corporales a través de las habilidades sociales que hemos desarrollado, así por ejemplo la mirada y su fuerza están relacionadas con el interés que podemos tener para escuchar y atender al otro. La sonrisa y sus niveles ayudan en la comunicación, muestra aceptación y seguridad, la postura, las piernas, las manos y lo que hacemos con ellas, el timbre de voz; en fin todo nuestro cuerpo está “hablando”, por ello más del 70% de nuestros mensajes son corporales, por ello debemos tener cuidado y atención con lo queremos enviar.
Luego de esta reflexión pude comprender que la relación con mis compañeros de trabajo se vio vista y evaluada por mis patrones de proximidad y lenguaje corporal. Para muchos haberles tocado la mano, el hombro o la cabellera sutilmente como muestra de afecto y cercanía…..los ha hecho sentirse “intimidados”, “invadidos en sus espacios” o quizás “¿amenazad@s? A decir verdades, olvidé que estoy en Lima…….la fría y  gris capital, donde la gente se ha vuelto cada vez más desconfiada y  distante.




[1] Hall, Edward T. (1986) La dimensión oculta. Siglo XXI Editores, México.
[2] Caballo, Vicente (2004) Manual de evaluación y tratamiento de las habilidades sociales. SIGLO XXI. 2004. Sexta edición.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esto me recuerda al cuento de un escritor costarricense, Rodrigo Soto, en donde se pregunta qué diablos pasa con la gente que pueden caminar dos personas, una al lado de la otra, en la vereda, sin hablarse. Qué ha ocurrido?

Anónimo dijo...

El espacio personal, ese lugar en donde no entra nadie o n oqueremos que entre alguien ajeno a nosotros es también un síntoma de esto?