Por: Bruno Yika Zapata
“Donde habla la economía, que la ética calle” (2000:124), nos menciona Bauman en su libro Trabajo, consumismo y nuevos pobres[1] y así nos recuerda que en nombre de la eficiencia y la productividad, la economía de mercado impulsada por “los profesionales del siglo XXI”, trata a los seres humanos como simples piezas de un engranaje mayor. De ese modo, si esas piezas no sirven, entonces deben ser desechadas.
Esta lógica de mercado lo único que pretende es beneficiar a un grupo de personas, casta heredera de aquellas haciendas del siglo XIX que si bien se consideran del primer mundo de la “puerta para afuera”, siguen siendo un grupo de patronos con látigo en mano dentro de sus fueros señoriales.
Al respecto, podemos mencionar algunos ejemplos: En uno de los puertos más importantes del país, los oficiales de la marina peruana en vez de servir a las fuerzas armadas, tienen que trabajar en buques de capitales extranjeros. Del mismo modo, existen empresas de capitales peruanos donde la mano de obra “no calificada” tiene que trabajar “a prueba” más de 12 horas durante una semana. Si logra sobrevivir a esta odisea, recién podrá conseguir el tan anhelado puesto de trabajo.
En este contexto, se nos dice que debemos ser más competitivos y estar constantemente actualizados. Paradójicamente, el fantasma de la inestabilidad laboral nos rodea y hace del miedo y la incertidumbre mecanismos de dominación simbólica, los cuales nos envuelven y moldean nuestras conductas.
De ello resulta que los trabajadores en la actualidad no tengan ideales. Por el contrario, surge una mezquindad hacia el otro, el compañero de trabajo. ¿Qué nos queda entonces? Nos queda simplemente conformarnos con lo que tenemos, con nuestra ilusa estabilidad laboral. Como diría Simone de Beauvoir[2]: “Es más fácil cargar de cadenas a la gentes que quitárselas si esas cadenas proporcionan alguna consideración” (1949:103).
Que quede claro: Nos quieren hacer pensar que vivimos en el mejor de los mundos y que escojamos entre lo que tenemos ahora o el “salto al vacío”. Sin embargo, no nos dicen que vivimos en una época donde las leyes laborales no se cumplen y donde no existen beneficios laborales. Más aún, existiendo un Estado con un poder mínimo frente al gran capital transnacional y, por ende, no es capaz de negociar reglas que permitan a los ciudadanos trabajar con dignidad.
3 comentarios:
El siguiente es un oportuno artículo sobre las condiciones laborales de nuestro país, y sobre el discurso empresarial que lo respalda.
Yika creo no solo de las condiciones laborales, sino de toda la simbólico o ideología que sustenta dicho proyecto político neoliberal. Me parece que conceptos como hegemonía e ideología deberían ser retomados para pensar lo político. Un abrazo.
Nadie habla del otro lado del otro lado, de la otra cara del sistema implementado en estos últimos años. Las cifras que se manejan en los diarios, la información en general que se maneja y difunde sobre los "progresos" peruanos, son parciales. Para su siguiente artículo, señor Yika esperamos más análisis sobre otros aspectos similares. Se hace urgente.
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