lunes, 18 de junio de 2012

Una conspiración permanente




Por: Lenin Pantoja Torres




¿Qué es lo importante del poder político? ¿Quién lo posee o entre quiénes se comparte? Poder y traición (The ides of march, 2011), la última película de George Clooney, no muestra al poder en funcionamiento, sino a las pretensiones de obtenerlo. La búsqueda, a través de todos los medios posibles, revela las livianas y vulnerables bases sobre las que se sostiene algo tan grande, algo que servirá para conducir hacia una dirección a un país. George Clooney no construye el poder en sí mismo, sino expone el origen y el funcionamiento de una organización política que diseñará un uso del poder. Por todo esto, la película revela la evolución de un conocimiento político que pretende gobernar de manera aristotélica, es decir, el poder no lo poseerá el rostro visible del presidente, lo detentará el hombre que le indique qué hacer y cómo hacerlo.

Personalidad política

Poder y traición es la historia de las elecciones primarias del partido Demócrata en los EE.UU. El gobernador de Pensilvania, Mike Morris (George Clooney), y su equipo de campaña, Paul Zara (Philip Seymour Hoffman) y Stephen Meyers (Ryan Gosling), se enfrentan al senador Pullman de Arkansas y su equipo liderado por Tom Duffy (Paul Giamatti). La historia nos sitúa en las elecciones de Ohio, las cuales son decisivas para definir quién asumirá el liderazgo del partido Demócrata en las presidenciales y, en consecuencia, quién tiene casi asegurado el ingreso a la Casa Blanca, pues el gobierno Republicano saliente no ha sido positivo. Por eso, “como vaya Ohio, así irá la nación”, dice una periodista de televisión. En el camino veremos cómo se va revelando la naturaleza perversa que envuelve a la política, pero será la destrucción de la lealtad, la traición, la que desencadenará las acciones de la película. Sin duda, el poder tiene un gran protagonismo porque es lo que modula y envuelve todo lo que ocurre, no como algo que se posee sino como algo que se anhela, sin embargo, el gran tema de la película es la confianza en el entorno para seguir adelante en la toma de decisiones que obtenga una victoria electoral.



Ambos candidatos confían en sus equipos ya que se entregan a ellos casi completamente. Dentro de cada grupo hay una cabeza. En el caso de Morris, el líder de la campaña es Paul Zara y su mano derecha es Stephen Meyers. Precisamente, Stephen es el personaje más dinámico del filme, sus cambios obedecen a la idea de lealtad que posee, una idea que no ubica en lo más alto de su escala de valores, sino la subordina ante la sensación de sentirse importante y, sobre todo, poderoso. El punto de quiebre de la película se produce cuando Duffy concierta un encuentro con Stephen donde le propone que deje a Paul y trabaje para él. Le asegura que la campaña está casi ganada con los votos de los delegados de Thompson, un tipo corrupto pero importante políticamente hablando ya que posee 356 votos seguros, lo que sorprende a Stephen ya que Paul acaba de hacer una visita al susodicho para conseguir dichos votos. Luego, cuando Stephen le asegura a Paul que no hay nada de qué hablar, cuando le oculta su encuentro con Duffy, todo cambia. Poco después, en el instante en que Stephen confiesa su encuentro, Paul se decepciona y, luego de meditarlo, despide a Stephen para salvar la campaña. El saldo es alto ya que Stephen tendrá que quedar completamente destruido como figura política, algo que él no permitirá.

Uno de los aciertos de la película es la construcción de la atmósfera que envuelve todo, un aspecto que no es novedoso en el trabajo de Clooney, un director acostumbrado a la elección de temas tensos. Recordemos al protagonista de Confesiones de una mente peligrosa, Chuck Barris, que posee una doble vida (de día, un productor y conductor de programas de televisión; de noche, un agente asesino de la CIA) por lo cual debe caminar siempre mirando a sus espaldas. También está el periodista de radio y televisión, Edward Murrow, de Buenas noches y buena suerte, que tiene conflictos públicos con el senador Joseph McCarthy a partir de las acciones controversiales de la “cacería de brujas” en los EE.UU. que el hombre de prensa criticará.  En estas películas, incluyendo Poder y traición, siempre sentimos que algo va a ocurrir, que los rumbos que toman las acciones no son definitivas. Y en las tres hay un conflicto visible para la sociedad, todos conocen a estos personajes, por eso, lo que ganan o pierdan está condicionado por su posición como figuras públicas y líderes de opinión. Asimismo, sumando a Stephen Meyers, los personajes principales de las películas poseen una actitud inicial, algo que se consolida al final del filme. Poder y traición inicia con una palabras en off de Stephen donde nos relata en lo que cree, luego nos damos cuenta de que su posición aún no es preponderante, pero al final de la historia obtiene la relevancia que reclamaba desde un inicio.

Políticos en tensión

El trabajo de construcción de personajes es destacable. Todos están bien interpretados, no hay ningún caso que incomode o indigne al espectador por la forma en que se mueve. Ryan Gosling es el protagonista, pero George Clooney es casi su complemento. El personaje que interpreta confía plenamente en las decisiones de sus líderes de campaña, pero tiene muy claro cuál es el norte que debe poseer su equipo, es decir, sus convicciones no están supeditadas a la voluntad de la estrategia de campaña, es al revés. El gobernador Morris es un líder, nadie lo puede negar y, como tal, confía en sus mejores hombres, pero dará un paso en falso que lo humanizará como personaje. Morris comete un error imperdonable en política: manchar su imagen pública al acostarse con una trabajadora de su campaña, Molly Stearms (Evan Rachael Wood), la misma que tendrá una aventura sexual con Stephen. Este tratará de borrar toda huella de culpa de Morris para no desprestigiar la campaña, pero cuando Paul lo deje fuera por traidor usará lo que sabe para no perder lo único que le importa en la vida. Stephen le dirá a Duffy, luego de que este no le permita trabajar con él: “la política es mi vida”. 



Una historia tensa, por el encuentro de intereses, tiene que tener bien marcadas las reglas de juego y claramente definido el espacio del conflicto. Las elecciones imponen una regla importante en la campaña: puedes mentir, engañar y atacar, pero no puedes destruir tu imagen pública. Clooney nos muestra las frágiles bases sobre la que se construye una personalidad que pretende liderar un país, un hombre chantajeado por un error que le puede costar las elecciones. Por otro lado, las fuerzas en tensión son varias y en ellas radica la atmósfera de intriga que envuelve al filme. Luego de la escena inicial donde aparece Stephen, generando que el espectador piense que él es algo más que un asesor de campaña, lo siguiente es un debate entre Pullman y Morris. El resultado es un inicio que nos introduce de inmediato en la historia, marca un ritmo positivo para la naturaleza de la película y para las sensaciones que va provocando. También queda clara la importancia de la visibilidad o imagen pública de los contrincantes, de esta manera, el espectador intuye que lo importante no es lo que se ve, sino lo que se oculta. Y en este contexto aparece la prensa como una organización ávida de material para publicar. Clooney construye una prensa a la que no le importa el rumbo del país ya que concibe todo el juego electoral como una disputa de intereses individuales.

La primera conversación entre Stephen y la periodista Ida Horowicz (Mariza Tomei) pone en tensión al realismo tendencioso de los periodistas y al idealismo hipócrita de los políticos. Por eso, este tira y afloja entre la prensa y la política significa la explotación de todos los recursos que la historia le brinda a Clooney. No olvidemos que es la prensa quien muestra una imagen particular de todos los hombres públicos. De esta manera, queda fuertemente cohesionada la relación entre políticos, prensa y sociedad civil, una relación estimulada por las ansias del poder para gobernar un país. Por eso, la elección de representar de forma decidida a los hombres de prensa y política se condice con el nulo desarrollo de los hombres de a pie. La sociedad civil es un espectador pasivo y manipulable. La mayor prueba de ello se produce cuando vemos cómo Franklin Thompson maneja a su antojo los votos de los delegados que están con él, los manipula de acuerdo a sus intereses personales pues desea tener un puesto importante en el futuro gobierno.

Observación adecuada

La película posee una buena organización de momentos fuertes, no hay un abuso de los cambios repentinos. Son tres las escenas decisivas: Duffy le propone a Stephen traicionar a Paul para trabajar con él, Stephen descubre que Molly quedó embarazada de Morris producto de un affaire y Stephen decide manipular a Morris con todo lo que sabe. Las escenas están bien dispuestas, tienen una diferencia temporal adecuada en su aparición, es decir, el ritmo es parejo y adecuado para el espectador. Por otro lado, el trabajo de la simbología es sumamente importante para mostrar la relevancia de los personajes y lo que cada uno representa. En un contexto donde la imagen pública es fundamental, la decisión de mostrar y ocultar ciertas cosas debe ser adecuada para producir el efecto buscado. En ese sentido, la dirección de fotografía y la composición de la banda sonora ayudan mucho.



En todas las escenas donde se muestra a George Clooney hablando en público se ha cuidado bien qué privilegia la cámara. La ubicación, su disposición corporal, la entonación de las palabras y los juegos verbales que manifiesta terminan por adecuarse al hombre de política que representa en la película. Hay que señalar también que la dirección de fotografía aporta mucho en complejizar las ideas que el filme propone. Por ejemplo, cuando Stephen le confiesa a Paul la conversación que tuvo con Duffy el telón de fondo es una bandera de los EE. UU., lo que sugiere cuáles son las bases sobre las que se construye un país como ese. Luego de que termina este diálogo, cuando un Paul muy indignado y desconcertado se retira, la imagen que queda es casi perfecta: Stephen es una sombra pensativa y solitaria, casi insignificante, que se contrasta con la relevancia de la disputa de la conducción de un país tan importante como EE.UU. Por otro lado, la banda sonora se ha preocupado en representar la fuerza de las decisiones de Stephen; recordemos esas escenas donde él camina solo bajo un marco musical que estimula el poder de su disposición o la convicción de sus pasos.

Saber es poder

La madurez que va adquiriendo George Clooney con cada nuevo proyecto es positiva. El tema de las elecciones no es fácil ya que están involucrados muchos elementos. Por eso, la decisión de enfocar la película en un punto, en la destrucción de la lealtad y la manipulación de la información, habla de la agudeza de Clooney para percatarse de lo fundamental y controversial de la historia elegida. Asimismo, hay que ver Poder y traición porque tiene un objetivo claro, unas ideas argumentales coherentes, interpretaciones adecuadas y desencuentros estimulantes para el espectador. Finalmente, esta película sugiere la idea balzaciana de que “todo poder es una conspiración permanente”, así como enfatiza mucho el hecho de que la posesión de la información es un arma muy poderosa, es decir, parafraseando a Séneca, Stephen Meyers es “aquel que tiene un gran poder y que sabe usarlo livianamente”.



1 comentario:

manipulador de alimentos dijo...

Maravillosa película!!! Clooney se está convirtiendo en un imprescindible, si es que ya no lo es. Un saludo!!!