Por: Jorge Luis Duárez Mendoza
Introducción
“¿Dónde
encontrar el mito capaz de reanimar
espiritualmente el orden que tramonta?”
José Carlos Mariátegui, El hombre y el mito.
Tras
veinte años del autogolpe del 5 de abril una de las principales dolencias de la
democracia peruana continúa siendo la precariedad de su sistema de partidos.
Los diferentes partidos nacionales han sido incapaces de renovarse e insertarse
en la sociedad peruana. Dentro de este campo las izquierdas peruanas no han
sido la excepción, han demostrado serias limitaciones para renovarse orgánica,
programática y doctrinalmente, lo cual en estos últimos meses les costó una
dura derrota dentro de la actual coalición de gobierno.
El presente post inicia una reflexión en
torno al marco doctrinal de las izquierdas peruanas, centrándonos en la obra de
José Carlos Mariátegui. Para ello proponemos una relectura crítica de su obra a
partir de los aportes del llamado postestructuralismo
sobre la cuestión del sujeto político
y el problema de la universalidad.[1]
Nos planteamos este objetivo por dos razones: 1) porque son aún escasos los
análisis postestructuralistas de la obra de Mariátegui, cuestión que
consideramos relevante teniendo en cuenta la importancia que tiene el Amauta en
la izquierda peruana; y 2) porque
consideramos importante que la renovación de las izquierdas peruanas tomen en
cuenta su aspecto doctrinal.[2]
Vale aclarar que reconocemos estas reflexiones como el inicio de un trabajo a
largo plazo.
José Carlos
Mariátegui: un marxista “hereje”
La obra del Amauta estuvo caracterizada
por una concepción heterodoxa del marxismo. En los escritos de Mariátegui
posteriores a su experiencia europea (1919-1923) es visible la influencia que
en ellos tuvieron los debates marxistas en torno al cuestionamiento a la idea
del surgimiento del socialismo como necesidad
histórica, idea promovida por la segunda internacional. Mariátegui rechazó
el postulado de que el marxismo supone una filosofía de la historia: “Marx, en
primer lugar, no se propuso nunca la elaboración de un sistema filosófico de
interpretación histórica, destinado a servir de instrumento a la actuación de
su idea política y revolucionaria” […]. Y continúa: “El materialismo histórico no es, precisamente, el materialismo
metafísico o filosófico, ni es una filosofía de la historia, dejada atrás por
el progreso científico. Marx no tenía por qué crear más que un método de
interpretación histórica de la sociedad actual”.[3]
Mariátegui reivindica al marxismo no como una doctrina teleológica, sino como
un método de interpretación histórica, método que podemos ver aplicado en sus
“7 ensayos de interpretación de la realidad peruana”.
Por otra parte, Mariátegui no asumió al
marxismo como teoría autosuficiente. Para él
no era “…posible aprehender en una teoría el entero panorama del mundo
contemporáneo. Que no es posible, sobre todo, fijar en una teoría su movimiento.
Tenemos que explorarlo y conocerlo, episodio por episodio, faceta por faceta.
Nuestro juicio y nuestra imaginación se sentirán siempre en retardo respecto de
la totalidad del fenómeno”.[4]
Por ello rechazó una concepción del marxismo como ciencia capaz de explicar la
totalidad de lo social, por lo cual era necesario su diálogo con otras
corrientes filosóficas y teóricas. Debido a esta apertura teórica es que en
Mariátegui no encontramos una concepción antiliberal del socialismo, todo lo
contrario, encontramos un socialismo capaz de rescatar lo más valioso del
mismo: la libertad. Por ello sostendrá que el socialismo surge del desarrollo
del liberalismo. Además, como sostiene
Flores Galindo, en Mariátegui existe una indispensable confluencia entre el marxismo
y el pensamiento crítico, mas el primero no agotaba al segundo. Incluso, el propio marxismo de
Mariátegui no se reduce a los estrechos límites de una sola tradición
socialista.[5]
Este carácter heterodoxo del marxismo de
Mariátegui no siempre fue bien valorado. Aníbal Quijano en su texto
“Introducción a Mariátegui” plantea que la formación marxista del Amauta estuvo
marcada por insuficiencias e incongruencias, expresadas básicamente en una
doble tensión: entre el marxismo y otras corrientes teórico-filosóficas; y entre el estructuralismo y
el voluntarismo. Para Quijano la obra de Mariátegui habría perdido de vista los
planteamientos epistemológicos-metodológicos que definen al marxismo como
ciencia que explica las leyes de la sociedad. Por ello se habría filtrado en el
pensamiento del Amauta una filosofía metafísica de la historia, expresada en la
influencia soreliana.[6]
Sin embargo, consideramos que esta crítica pierde de vista gran parte de la
riqueza de la obra de Mariátegui por los argumentos antes referidos. ¿Qué lugar
ocupa actualmente la teoría marxista dentro de las izquierdas peruanas? Si
tienen algún lugar, ¿vienen
apropiándose creativamente de ella para pensar al Perú contemporáneo? Continuaremos
con estas reflexiones en un siguiente post.
[1] Reconociendo su vaguedad, el
término postestructuralismo refiere a la obra de diferentes autores que
comparten la preocupación por el lenguaje y la cultura. Si bien el término
evoca a un momento posterior al estructuralismo, ambas corrientes teóricas
comparten una misma matriz conceptual. Sobre la relación entre el
estructuralismo y el postestructuralismo ver: Giddens, A. “El estructuralismo, el
postestructuralismo y la producción de cultura”, en Giddens, A., Turner, J. La Teoría Social Hoy. Madrid:
Alianza, 1990. Para una aproximación a los aportes de la teoría
postestructuralista dentro del marxismo ver: Butler, J., E. Laclau y S. Zizek Contingencia, hegemonía y universalidad.
Diálogos contemporáneos en la izquierda. Buenos Aires, FCE, 2011.
[2] En la academia peruana solo
tenemos conocimiento de un artículo que se plantea un objetivo similar al
nuestro. Ver: Castillo, M. “Convivencias provocativas: mito, ciencia y
postestructuralismo en el debate teórico social peruano” en Scientia. Revista
del centro de investigación de la Universidad Ricardo Palma. Año XII nº 12, pp.
59-69. Lima, diciembre, 2010.
[3] Mariátegui, J.C. “La filosofía
moderna y el marxismo” en Defensa del
Marxismo. Lima, Minerva, 1976.
[4] Mariátegui,
J.C. La escena contemporánea. Lima, Minerva,
1988.
[5] Flores Galindo, A. La agonía de
Mariátegui, la polémica con la Komintern. Lima, DESCO, 1980.
[6] Quijano, A. Introducción a Mariátegui. México, Serie Popular Era, 1981.
2 comentarios:
Estoy esperando esa segunda parte, Jorge. Tu artículo promete por la relectura de Mariátegui que anuncia.
Espero no defraudar tus expectativas.
Abrazo.
Jorge
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