Por: Lenin Pantoja Torres
La última película de los hermanos Cohen, Temple de acero (True grit, 2011), ha sido incluida, con justicia, dentro de los ranking de las mejores películas del año pasado. Sus cualidades pueden ser muchas, pero lo que singulariza al resultado del filme es la osada forma de proponer la historia, de concebir el papel de cada uno de los personajes, de enfrentar hábilmente psicologías contradictorias y en constante tensión, a lo largo de la trama. Esta segunda adaptación cinematográfica de la clásica novela norteamericana de Charles Portis se inscribe dentro del western norteamericano, y lo que más destaca es la forma cómo los Cohen desafían la estructura del género a través de la inclusión de un personaje ajeno al mundo del lejano oeste: una niña. En este sentido, la película no posee un resultado extraordinario, pero tiene todo lo necesario para ser considerada una buena película.
La historia inicia con una cita de Proverbios 28:1 que dice “El malvado huye sin que nadie lo persiga”. Esta oración encapsula la esencia de la película, de esta forma, por demás está decir que la cita es del todo pertinente ya que cumple un papel presentador y condensador de la trama antes de escuchar la voz en off de la narradora-protagonista que dará inicio a las acciones. Precisamente, la película está narrada por Matti Ross adulta (Elizabeth Marvel) que, a través de un flashback, recuerda todo lo que pasó hace años atrás cuando ella volvió al Fuerte Smith para vengar la muerte de su padre, Frank Ross, a manos de Tom Chaney (Josh Brolin). La trama es sencilla, nada desmesurada ni pretensiosa, pues cuenta cómo la niña de catorce años, Matti Ross (Hailee Steinfeld), contrata al alguacil federal Rooster Cogburn (Jeff Bridges) para capturar a Tom Chaney y hacer justicia, de ser necesario, con sus propias manos. En la búsqueda se les unirá el Ranger de Texas LaBoeuf (Matt Damon), quien pretende cobrar una recompensa ya que Chaney asesinó a un senador en Texas. De esta forma, cada uno con una idea distinta pero con el mismo objetivo, los tres partirán por todo el oeste norteamericano enfrentándose a los peligros que el futuro les depare.
No hay una clara preocupación por el cómo contar la historia. Salvo el inicial flashback, no hay mayores acrobacias estructurales en la película. Y esto responde a que la atención está centrada en el qué se cuenta, lo que provoca que el espectador pueda detenerse, con mayor comodidad, en reflexionar sobre el papel que cumple cada personaje dentro de la trama general. Por eso, y como ya advertimos, desde un inicio nos percatamos de que algo pasa en la forma cómo los Cohen conciben el western ya que el más fuerte e inteligente no es necesariamente un hombre, sino una mujer, la niña que motiva el desarrollo de la película, la que busca a Chaney: Matti Ross. Es cierto que ella no protagoniza grandes batallas sobre su pequeño poni negro ni maneja magistralmente la Colt de su padre, pero también es cierto que ella es la caja de resonancia donde confluyen o hacia donde se dirigen todas las acciones y decisiones de sus dos compañeros: Cogburn y LaBoeuf. La forma cómo impresiona la inteligencia y osadía de la pequeña Matti logra captar la atención de los dos hombres que la acompañan. De pronto todo cambia: ya no solo se busca capturar a Chaney, sino también se pretende demostrar quién es el más hábil y apto para lograrlo. Basta recordar las constantes discusiones o la competencia de tiro que protagonizan ambos personajes en medio del llano y en frente de Matti.
Resulta importante la relación que se establece entre Cogburn y LaBoeuf. Entre ambos hay una constante tensión basada en la rivalidad y el respeto. Ambos vienen de dos mundos parecidos pero con diferencias marcadas. Ambos sirven a la ley, pero de forma distinta. No olvidemos que uno es un Ranger de Texas y el otro, un viejo federal. Desde el inicio hay una tensión basada en la procedencia de cada uno. Sin embargo, esta rivalidad no puede ser entendida sin el respeto implícito existente entre ambos. Y es natural que sea implícito porque sería inconcebible o inverosímil que lo muestren de forma concreta. Asimismo, este respeto se basa en lo que cada uno no posee del otro. Pero, claro, jamás ninguno de los dos va a aceptar cierta subordinación frente al otro. Tampoco hay que olvidar que esta constante tensión rivalidad-respeto encuentra su punto de origen y lugar de atención en Matti, ella hace las veces de espectador y árbitro del juego, sin ella la estructura reglamentaria se desvanecería y desaparecería todo, ella ha provocado la unión y solo su decisión la puede romper. Por eso es que cuando todos pensamos que LaBoeuf se ha marchado, luego de perder el último rastro de Chaney, él vuelve a aparecer para liberar a Matti de las manos del asesino de su padre.
Una película que enfrenta polos opuestos de forma tan clara, a veces, cae en facilismos o lugares comunes. Es inevitable saber quién es el bueno y quién el malo. Cuando aparece Chaney, él está integrado al grupo de forajidos liderados por Lucky Ned Pepper (Barry Pepper). Ahora, ¿por qué Lucky Ned permite que Chaney se acople a él?, ¿qué gana y qué pierde con esta decisión? Aparentemente Chaney solo le trae problemas a Ned, sin embargo, este sabe que un hombre siempre es útil, pero cuando lo útil se convierte en peligroso lo mejor es eliminarlo, lo cual hace al pactar con Cogburn y dejar a Chaney con Matti. Precisamente, Ned es un caso pendiente de la ley federal, por eso Cogburn ve posible acabar con él y, de esta forma, terminar dos trabajos en uno. Volviendo a la idea inicial, Ned representa al delito y Cogburn a la ley. El momento en que ambos de enfrentan en el llano, al pie de la montaña desde donde LaBoeuf y Matti observan todo, es el más atractivo desde el punto de vista de la acción. Cogburn sale victorioso luego de una inesperada ayuda que LaBoeuf le brinda, lo cual hace que el respeto entre ambos se acentúe y exteriorice cuando se ven por última vez en la película. Pero a pesar de que todo es emocionante, el final de la escena del encuentro entre la ley y el delito resulta convencional, incluso uno puede predecir lo que ocurrirá.
El inicio, el desarrollo y el desenlace de la película está acompañado de una impecable fotografía y de una banda sonora acorde con el ritmo de las escenas que se van desenvolviendo. La cabalgata de Cogburn auxiliando a Matti es la mejor prueba de una exquisita preocupación en estos dos importantes componentes de la película. Se logra transmitir lo que sienten los personajes: la preocupación, a su manera, de Cogburn y el delirio agonizante de Matti. Asimismo, el sonido de los cascos del poni negro al galopar muestra toda la fuerza que pone en este momento límite. Sin duda, de lo mejor en la película. Por otro lado, tratándose de un filme que se desarrolla en el oeste norteamericano, la importancia de los espacios es gravitante y, sin descuidar esto, la fotografía ha captado muchos de los momentos en que era necesario evidenciar la fuerza amenazante que implica transitar por terrenos extremadamente peligrosos no solo por su naturaleza sino también por lo impredecible de las presencias expectantes en cada momento. Recordemos que los personajes siempre permanecen alertas ante la aparición de alguien que les pueda hacer daño.
¿Cuál es el tema más importante en la película? Quizá esta pregunta no sea la correcta, quizá la importancia va por otro lado. Considerando el papel de ciertos personajes dentro de la historia, una mejor pregunta es: ¿qué motiva a Matti Ross a buscar al asesino de su padre?, ¿la venganza o la justicia?, esta duda final es el motor de la película, lo que hace que todo se mueva, que las acciones se desenvuelvan una tras otra. Matti nunca desiste de buscar a Chaney. Incluso en los momentos en que ya no hay ningún rastro, ella no se da por vencida, trata de amoldar la adversidad a su propia disposición. Su perseverancia se condice con su decisión de hacer las cosas a su manera, de la forma en que ella pueda vengar la muerte de su padre, pero siempre usando la ley a su favor y antojo. No olvidemos que siempre saca a relucir alguna disposición legal que la favorezca en los momentos más peligrosos. Por esto, para Matti la justicia es el significante del contenido venganza, no hay otra cosa en su mente, todo está muy claro. Para Cogburn y LaBoeuf, justicia también tiene su propio significado, pero esto no es tan relevante porque al final lo que ellos hacen es amoldarse a la lógica tradicional del oeste americano de finales del siglo XIX. Ellos no sorprenden en sus intenciones, Matti sí.
La forma cómo están organizados los temas complejizan la reflexión en torno a la película. Matti tiene como origen de su disposición una osadía juvenil y una testarudez infantil. Según la lógica de la época, en vez de estar en casa ayudando a su mamá, ella está buscando la muerte para un forajido. También es importante mencionar el compañerismo y el respeto que finalmente se establece entre Cogburn y LaBoeuf al final de la película ya que de aparecer antes todo hubiera sido monótono y aburrido por lo predecible en sus formas de actuar. Asimismo, no olvidemos que dentro de la vida de los forajidos la elección se cierne entre lo provechoso y lo perjudicial, en este sentido, Lucky Ned mueve bien sus fichas cuando decide el destino de la vida de Tom Chaney. Por otro lado, las actuaciones, como evidencia este breve análisis, muestran a actores maduros y seguros de lo que pueden dar en función de lo que les pidan, en este caso, los directores. La grata sorpresa fue la actuación de la debutante actriz de trece años, Hailee Steinfeld, protagonizando a Matti Ross. Tomando en cuenta la importancia de su personaje y el profesionalismo necesario para desenvolverse al lado de actores consagrados, como Jeff Bridges, su trabajo promete en el futuro. Finalmente, hay que ver Temple de acero no solo porque la historia es buena, sino porque los actores le han dado profundidad y complejidad a una trama simple y sencilla.
Temple de acero (True grit, 2011)
Directores: Joel e Ethan Cohen
Reparto: Jeff Bridges, Matt Damon, Josh Brolin, Hailee Steinfeld.
2 comentarios:
Cada vez que los Cohen estrenan algo, es digno de verse.
Ver a Jeff Bridges es ya todo un deleite.
El western es un género que, particularmente, me divierte mucho. No olvidemos a Sergio Leone y sus novedosas estructuras (El bueno, el malo y el feo, Había una vez en el oeste, o el recordable Río Bravo, así como también algunas de Clint Eastwood como director. En cuanto a este último, en el Jinete Pálido, una niña también se vuelve casi en un personaje determinante de la trama, pero la película pierde su protagonismo, captando más el problema entre los pobladores y el hombre que desea arrojarlos del lugar.
Como dice Lenin, hay que Temple de Acero, un western que nos recuerda el gusto por este género.
Saludos.
Jesús J.
Buena reseña, Lenin. Cuáles crees que sean las constantes en las películas de los Hnos. Cohen? Qué elementos estructurales encuentras que se reiteran?
Felicitaciones de nuevo.
Eduardo Ll.
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