viernes, 9 de diciembre de 2011

¿Por qué hacer Historia Urbana?



Por: Juan José Torre

La historia urbana se hace necesaria en la medida en que la ciudad es el escenario natural de los cambios sociales y el lugar donde se canaliza, y toman rumbo, las demandas de grupos sociales que pretenden hacer realidad las utopías. En ese sentido, explorar las inquietudes de la población urbana nos permite conocer la dinámica popular, los poderes que se van tejiendo tras el poder formal. Es la ciudad el espacio disciplinante, pero también donde  surgen iniciativas de grupos sociales que recrean su subalternidad y la superan; definen estrategias dentro y fuera de lo legal para reedificar su espacio y mundo.

La ciudad es el espacio de reproducción, de creación y de control. Es el lugar donde el Estado se empeña a dirigir a sus miembros mediante la  construcción del perfil del ciudadano ideal, con valores y  comportamientos funcionales al poder. Se vale para ello de todos los medios posibles, siendo la educación la que incide en la formación de valores como disciplina y orden, que serán reforzadas en otros aspectos de la vida social. 

La organización de la ciudad no fue ajena a la preocupación de los griegos. Aristóteles describe en La Política la ciudad ideal en sus dimensiones, emplazamiento y cantidad de población.  Desde el punto de vista militar estas urbes debían permitir una defensa rápida ante la eventualidad de un ataque y, en lo político, el número de habitantes debía facilitar la participación de los  ciudadanos.  Ya en ese momento es posible identificar la relación entre régimen político y organización urbana que de algún modo se deja traslucir en los planteamientos urbanísticos y arquitectónicos modernos.

San Agustín en el siglo X planteaba la “Ciudad de Dios” en contraposición a la ciudad de los hombres. Esa búsqueda de orden y disciplina, regulada en función de los ideales cristianos, sirvió de base para el desarrollo de la Iglesia y su alianza con el Estado. La Ciudad de Dios debía ser controlada por la asociación Estado-Iglesia que garantizara la pureza de la fe y  la salvación de las almas que solo una vida recatada y ascética podía lograr, valores que debían ser severamente controlados por el aparato estatal.

La Edad Media supondría la ruralización de la sociedad: las ciudades pasan a segundo plano, generando consigo la estabilidad social que el feudalismo requeriría para su desarrollo. Estabilidad solo alterada por aisladas rebeliones campesinas, las Cruzadas y la Reforma protestante. Por el contrario, la Baja Edad Media traería el  resurgimiento de las ciudades esta vez controladas por una nueva clase social: la burguesía, que iría cuestionando el poder de la nobleza. Sería la ciudad el escenario de las transformaciones económicas, sociales y políticas que darían paso a la modernidad.

No obstante el proceso urbanizador desde el siglo XVIII, la población mundial sigue siendo mayoritariamente rural, aunque la diferencia sea menos estrecha que hace cuarenta años  y la tendencia sea la urbanización de las sociedades. Son  América y Europa los continentes con mayor población urbana en el mundo, lo que no puede causar sino curiosidad si tomamos nota de los disímiles procesos sociales a los que se han visto sometidos ambos espacios.

En el caso preciso de Latinoamérica, la urbanización es consecuencia de la expansión del capitalismo en el subcontinente. La irrupción de pequeñas industrias nativas y la instalación de conglomerados industriales de origen norteamericano y europeo, a mediados de los años 50, como parte de la Industrialización para la sustitución de importaciones, aceleró ese proceso.  En el Perú, la adopción del ISI fue un ingrediente importante, sin desdeñar el rol que tuvieron industrias como la harina de pescado en el crecimiento de ciudades como Chimbote.
 
Durante los años 60 y 70 los primeros en acercarse a los nuevos sectores urbanos, dentro de las ciencias sociales fueron los antropólogos y sociólogos, sorprendidos de los recursos que encontraban estos sectores para obtener el reconocimiento del Estado. Estos nuevos sectores (conformado en su mayoría por migrantes andinos) fueron protagonistas activos de un periodo de nuestra historia, marcando el nuevo aspecto de una ciudad que  se ha convertido en un crisol de etnias y culturas.  

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buen artículo, Juan José, pero hay algo que no me queda claro: haces una revisión de las diferentes formas de entender la ciudad, pero en estos tiempos, en nuestra época, por qué es importante hacer historia urbana? Cuáles son las variables que la hacen atractiva y/o importante?